Historia

Real Cabildo Superior de Cofradías Pasionarias, Yecla

Historia

Unas celebraciones que se conmemoran en todo el orbe cristiano desde los orígenes del Cristianismo y que hunde sus raíces en la antigua Villa de Yecla desde mitad del siglo XVI, de la mano de la Orden de los Franciscanos que, primeramente instalada en la Ermita de la Magdalena, pasará después a la zona de huerta de la Villa, con la construcción del Convento e Iglesia de San Francisco.

Unas celebraciones sobrias en las que las antiguas Cofradías de la Cruz o de la Sangre de Cristo, o de la Soledad, esta última con sede en el Antiguo Hospital de Caridad, salían a las calles para mostrar al pueblo cristiano y yeclano, los momentos más importantes de la Pasión de Cristo.

Con el paso del tiempo, se fueron creando nuevas Cofradías, y se comenzó a encargar y adquirir las imágenes titulares. Muchas de ellas, realizadas por los mejores escultores, entalladores e imagineros de la época: Salzillo, Esteve y Bonet, LlopSansano… y otros muchos anónimos.

Esas antiguas Cofradías estaban agrupadas en gremios: albañiles, hojalateros, panaderos, obreros del campo y agricultores, tejedores y sastres, carpinteros, comerciantes, imprenteros… y, a día de hoy, todavía algunas de esas Cofradías siguen vinculadas a esos oficios donde se originaron.

En la actualidad, la familia cofradiera de Yecla está compuesta por un gran colectivo humano; que es sin duda, lo mejor que tenemos: las personas, niños y mayores, hombres y mujeres.

En la Semana Santa yeclana contamos con más de dos mil capuchinos, que visten la túnica para acompañar los pasos de sus titulares en Procesión.

Tenemos un colectivo de casi trescientos anderos y portapasos, que desfilan con paso firme y marcial cargando sobre sus hombros las sagradas imágenes. Y más de un centenar de empujistas, que desde el anonimato, consiguen mover las carrozas en los grandes desfiles procesionales de Yecla.

No quiero olvidarme de la considerable cantera de pequeños cofrades que forman los tercios infantiles, o de los cientos de niños que acompañan con ilusión, inocencia y alegría, y con su farolico, al Señor Yacente en la noche de Martes Santo.

Así como la elegancia de las mujeres yeclanas, vestidas de negro riguroso, cubiertas con teja y mantilla española y alumbrando con su cirio el paso de Cristo y María Dolorosa.

Tampoco puedo dejar de mencionar a otro destacado colectivo de la familia cofrade yeclana: los músicos.

Yecla puede sentirse orgullosa de tener seis bandas de cornetas y tambores y agrupaciones musicales, piquetes de tambores, la banda de la Asociación de Amigos de la Música, y los músicos que tradicionalmente forman las orquestinas o grupos de capilla, acompañando al Cristo de la Buena Muerte, al Cristo de la Paz o la Soledad.

Más de quinientos músicos que dedican horas y horas a ensayar en la calle, en naves industriales, en locales diversos, para que en los días de Pasión, el acompañamiento musical sea un elemento importante y destacado en forma de marchas procesionales y toques singulares.

Vivir y sentir la gloria de Dios es el mejor camino
para la gloria alcanzada.